Que no! Que no! Y que no!!! Que no existe una única persona de la que te puedas enamorar perdidamente! Que no hay un único ser que te complemente perfectamente para el resto de tu vida! Si existiese esa persona, de los más de 7.000 millones de seres humanos que habitamos la Tierra… ¿acaso crees que esta persona va a estar en tu colegio? va a ser un compi de trabajo? alguien con el que te cruces en tu ciudad? A ver… dónde tenemos la capacidad de racionalizar los hechos que ocurren en nuestro entorno? Bueno, vale, no seamos racionales por un momento y analicemos. Asumamos que todo lo dicho anteriormente ocurre: que existe esa persona y que te la encuentras y que además vive en tu mismo barrio… (éso sí que sería una coincidencia, si es así, juega a la lotería mañana mismo!) Asumamos también que esa persona encaja perfectamente contigo. (Bueno, ahora deberíamos definir qué significa encajar perfectamente con una persona; ser exactamente igual a nosotros? antágonica? complementaria? …éso es para otro post 🙂 ) En ese caso habría un pequeño detalle a tener en cuenta… Cuando yo me encuentre en determinados trances vitales, cuando la vida me haga enfrentarme a situaciones nuevas, cuando encuentre obstáculos en mi camino, cuando deba reconocerme en mis errores, cuando encuentre personas que me aporten nuevos puntos de vista, es decir, CUANDO YO CAMBIE -porque los seres humanos no somos estáticos- … sí, qué ocurrirá cuando yo cambie? La respuesta es obvia: si hoy esa media naranja es 100% compatible conmigo, mañana no lo va a poder ser… porque yo habré cambiado debido a mis circunstancias y ese otro evolucionará con respecto a su propio entorno.
Y es que en cada momento de nuestra vida necesitamos una persona distinta que nos equilibre de manera diferente. Con lo que «es más que probable que no exista la media naranja sino que nuestra vida amorosa sea más bien un «buffet de macedonia de frutas» en las que TÚ elegirás cuales te sientan mejor en cada momento».
Debe estar conectado para enviar un comentario.